lunes, 18 de junio de 2007

"Desde la botica se detectan agresores y agredidos"

El farmacéutico, como cada ciudadano, debe comenzar a posicionarse en una actitud de no agresión y tolerancia y debe tener en cuenta que posee condiciones privilegiadas para trasmitir el mensaje desde su botica.

Así lo explicó David Huertas, psiquiatra del Hospital Universitario de Guadalajara, la semana pasada en la presentación en Madrid de su segundo libro, titulado Violencia, la gran amenaza.

Huertas señaló que el boticario tiene dos misiones: transmitir el mensaje de tolerancia y no agresividad y detectar violentos y casos de víctimas de la violencia, y añadió que "los farmacéuticos son buena fuente de detección de casos de violencia doméstica, infantil y contra los ancianos", porque conocen muy bien a sus pacientes. En estas situaciones el boticario debe instar al agredido a recurrir a la Administración de justicia o a un servicio sanitario para solucionar el problema. Por otra parte, si sospecha de un posible agresor debe ponerlo en conocimiento de los organismos competentes.

El libro pretende ser una vía de concienciación que transmita lo que la Organización Mundial de la Salud ha declarado como problema de salud pública: la violencia. Los últimos datos de la Organización de Naciones Unidas revelan que al menos un tercio de las mujeres del mundo sufren violencia doméstica. Para Huertas es sólo la punta del iceberg porque "cada día aumentan los casos de maltrato doméstico, escolar y de acoso laboral y se hace más patente la violencia en el tráfico que se produce en las ciudades, que potencia la agresividad".

Manos a la obra
Para tomar cartas en el asunto es imprescindible tener en cuenta la importancia de la genética en la violencia. El experto explica que "gran parte de los maltratadores comparte alteraciones en su respuesta cerebral ante el estrés, niveles anormalmente elevados de testosterona, disfunciones en la regulación serotoninérgica de la agresión y conexiones dañadas entre la corteza cerebral y la amígdala". Pero no sólo es cuestión de genética porque la sociedad ha generalizado la agresión como uso legítimo para imponerse.

Huertas apuesta por la educación como el pilar básico para orientar las conductas agresivas que en el caso de los jóvenes se produce, entre otros aspectos, debido a una educación basada en el hedonismo y el prohibido prohibir.Por otra parte, es necesario acompañar las medidas de protección policial y apoyo psicosocial a las víctimas con tratamientos farmacológicos.

Agresividad en la farmacia
El libro Violencia, la gran amenaza, de David Huertas, presentado la semana pasada en Madrid, recoge datos facilitados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre casos de agresión a los trabajadores. Los sanitarios y docentes encabezan la lista de profesiones más afectados, donde se incluye a los farmacéuticos de oficina. La tardanza en ser atendidos o la discrepancia con los fármacos recetados son los principales motivos de agresión.

No hay comentarios: